Se considera fiebre a una temperatura igual o superior a 38ºC y puede asociarse a síntomas como aumento de la frecuencia cardiaca o respiratoria, enrojecimiento de las mejillas, sensación de cansancio, frío o escalofríos, dolor de cabeza, etc.
Lo más preciso sería medir la temperatura central (que se suele medir a nivel rectal), pero la temperatura periférica (por ejemplo a nivel de la axila o la boca) es lo suficientemente precisa como para que sea un buen indicador (aunque hay que tener en cuenta que puede ser algo menor que la central y que se ve más influida por la temperatura exterior, por lo que se puede considerar fiebre a nivel axilar una temperatura mayor de 37,5ºC).
Se recomienda utilizar termómetro digital, dado que los infrarrojos, timpánicos o de frente se consideran menos fiables.
Debemos saber que la temperatura corporal es variable de una persona a otra y además puede oscilar a lo largo del día, pero normalmente se mantiene entre 36,5 y 37,5ºC gracias a mecanismos que tiene el organismo para regularla independientemente de la temperatura exterior.
La subida de la temperatura por encima de esos valores puede deberse a causas muy variadas y no debe considerarse una enfermedad en sí misma, sino una “señal” de que algo está pasando y de que hay que vigilar las posibles causas. La causa más frecuente es con diferencia la infecciosa (y entre estas, las infecciones víricas), aunque también puede deberse a enfermedades inflamatorias, autoinmunes, metabólicas, tumorales o a alteraciones del sistema de regulación corporal de la temperatura, entre otras.
Se ha estudiado que la fiebre en sí misma no es perjudicial para el organismo hasta temperaturas muy altas (por encima de los 42ºC), y por el contrario puede favorecer ciertas funciones inmunológicas e incluso controlar el crecimiento de algunas bacterias. Además, en condiciones normales la fiebre es autolimitada, dado que el organismo evita por sí mismo la subida por encima de los 42ºC e inicia mecanismos compensatorios.
Por ello, es importante que cuando nos encontremos ante una persona con fiebre, no nos centremos en la temperatura que presenta si no en su estado general, en los síntomas que pueda asociar y en su estado inmunitario.
Por último, es importante tener en cuenta que en los niños menores de 3 meses el grado de fiebre no se relaciona con la gravedad, pero en niños mayores de 3 meses sí que existe más relación y debe actuarse distinto en función de los grados de fiebre que se identifiquen.