Como ya hemos dicho, la causa de ésta enfermedad es un virus, por lo que no existe ningún tratamiento específico por el momento.
Teniendo en cuenta que los síntomas de esta enfermedad suelen ser leves y resolverse espontáneamente, lo más importante vigilar que sigan el curso normal de la enfermedad y aliviar los síntomas que aparezcan mediante:
Buen cuidado de la piel: es importante evitar que el niño se rasque las lesiones (y mantener las uñas bien cortas y lijadas por si lo hace), de manera que no se infecten las heridas y no dejen cicatriz. Además, es importante vigilar las lesiones de glúteos y genitales (sobre todo si el niño aún utiliza pañal) y las de alrededor de la boca (sobre todo si usa chupete) para evitar que se maceren con la humedad y se infecten.
Vigilancia de las lesiones de la boca: es importante valorar la extensión de estas lesiones y si dificultan la alimentación. Si son muy extensas o molestas, es recomendable evitar alimentos ácidos, salados, con textura muy “rasposa” o con especias, procurando administrar alimentos blandos, fríos y poco irritantes.
Además, si el niño es lo suficientemente mayor, se pueden realizar enjuagues de la boca para evitar que las lesiones se compliquen.
Existen una serie de geles que se venden en la farmacia y que contienen una pequeña cantidad de anestésico tópico que se puede aplicar en la boca 20 minutos antes de las comidas para disminuir el dolor, pero su eficacia no está demostrada (aunque no son peligrosos y puede intentarse su uso si el dolor impide comer o es muy limitante).
Control de la fiebre/malestar con analgésicos/antitérmicos (paracetamol o ibuprofeno) si es necesario.
En caso niños muy pequeños (sobre todo menores de 6 meses) o con problemas de inmunidad , puede ser necesario tomar medidas especiales, por lo que se debe consultar siempre a un especialista.
Es normal que el niño tenga menos apetito y además puede tener molestias en la boca, por lo que no se le debe forzar a comer (ofreciendo alimentos no dolorosos, como hemos comentado) y se debe vigilar sobre todo que tenga una hidratación adecuada, administrando líquidos a menudo y utilizando suero de rehidratación oral frío si no toma otros alimentos. Si, a pesar de ello, el niño rechaza la alimentación totalmente o no se hidrata bien, se debe consultar a un pediatra para que valore la extensión de las lesiones, dado que puede ser necesaria la evaluación en un hospital y administrar suero intravenoso hasta que la boca cure lo suficiente para poder alimentarse.
Para valorar el estado de hidratación de un niño, es importante ver que esté orinando adecuadamente para su edad, que la mucosa de la boca esté húmeda, que produzca lágrima cuando llore y que la piel no se encuentre seca y se quede plegada unos segundos al pellizcarla suavemente.
En caso de que los síntomas no mejoren o duren más de 10 días, que existan dudas sobre la causa o que aparezcan complicaciones debe consultarse a un especialista, siendo especialmente importante ser valorado si hay problemas de alimentación, si aparece mal estado general o somnolencia excesiva fuera de los picos de fiebre o si aparecen síntomas respiratorios o neurológicos.
Por último, es importante evitar el contagio dentro de familia y con otros niños realizando un buen lavado de manos, evitando contacto con secreciones y desinfectando los juguetes o superficies que puedan estar contaminadas.
Evolución normal del síndrome boca-mano-pie