En primer lugar hay que valorar la edad y el estado general del niño, de manera que el bebé tiene menos de 3 meses o si aparecen datos de alarma deberemos acudir a urgencias. Entre los datos de alarma destacan:
Dificultad para despertarse si se le estimula o adormecimiento mantenido.
Irritabilidad mantenida y marcada o llanto débil y continuo.
Dificultad para respirar (ya explicada antes).
Palidez muy marcada, con piel “reticulada” (color blanco o grisáceo con reticulado o moteado azulado, similar al mármol) o labios y uñas azuladas.
Signos de deshidratación como escasa orina, llanto sin lágrimas, boca seca o signo del pliegue (al pellizcar suavemente la piel unos segundos, tarda más de 2 segundos en volver a su forma normal).
Rechazo de alimentación (es normal tener menos apetito, pero si rechazan la hidratación o no pueden tomar más del 50% de las tomas habituales de forma fraccionada, es dato de alarma).
Aparición de manchas moradas o rojo oscuro en la piel que no desaparecen al apretar (petequias)
Rigidez del cuello o fontanela abombada (la fontanela es la región del cráneo de los niños pequeños que permanece abierta y es blanda al tacto).
Fiebre elevada que no se controla (más información en nuestra entrada sobre fiebre)
Otros síntomas de urgencia generales como convulsiones, vómitos que no paran o diarrea muy intensa o con sangre.
Dado que la mayoría de los casos son leves y se resuelven espontáneamente en 7-10 días, si no existen datos de alarma ni síntomas específicos de bronquiolitis el manejo será el mismo que el de una infección respiratoria superior (catarro) y se podrá realizar en casa con seguimiento por su pediatra si es necesario:
Hidratación abundante, mejor con cantidades pequeñas y frecuentes, lo cual ayuda a evitar la deshidratación y a fluidificar la mucosidad (en niños alimentados se ofrecerá el pecho frecuentemente). En caso de que estén rechazando el alimento, es preferible utilizar suero de rehidratación oral.
Tomas más frecuentes y cortas, dado que es más fácil que el bebé se fatigue comiendo y esté incómodo a causa de la mucosidad, pudiendo vomitar. En caso de se alimente al pecho y la producción de leche sea muy alta, puede extraerse un poco de leche antes de la toma para que el flujo sea menor y el bebé pueda comer con menos dificultad (si tiene mucha mucosidad y toma mucha leche rápidamente, puede favorecer el vómito).
Lavados nasales con suero fisiológico (aplicado con jeringa o dispositivos de presión adaptada a la edad). Ésto no va a eliminar el moco, dado que se seguirá produciendo, pero alivia temporalmente, por lo que lo recomendamos sobre todo antes de comer (para facilitar la toma), antes de dormir o si la congestión está produciendo incomodidad.
Mantener al bebé incorporado para favorecer que respire mejor y evitar el acúmulo de mucosidad (idealmente mantenerlo incorporado más de 30º). Suelen estar más cómodos en brazos, en sillitas adaptadas a su edad o, para dormir, elevando el colchón de la cuna metiendo algo debajo (no se deben usar almohadas o cojines dentro de la cuna porque pueden obstruir la respiración y además incorporan sólo la cabeza, por lo que no mejoran la respiración y además hacen que se doble el cuello).
Manejar la fiebre si aparece (para más información, pulsa para ver nuestra entrada sobre fiebre).
Hay que tener en mente que normalmente el empeoramiento empieza al 4º-5º día desde el inicio del catarro y evoluciona durante las 24-48h siguientes para luego empezar a mejorar, por lo que se debe ir vigilando la evolución de la enfermedad y, si se produce un empeoramiento de los síntomas o se identifica la aparición de datos de alarma o los síntomas propios de bronquiolitis antes descritos (dificultad respiratoria, rechazo de la a alimentación, irritabilidad importante, etc.), se debe consultar a un pediatra para que pueda realizar una evaluación completa.
En los niños con casos más graves, en urgencias se realizará una valoración de la dificultad respiratoria, la capacidad para alimentarse y el estado general y se valorará la necesidad de ingreso para soporte respiratorio.
El problema en estos casos reside en que no existe un tratamiento específico para la bronquiolitis y los tratamientos sintomáticos, como fármacos enfocados a abrir los bronquios (broncodilatadores como el Salbutamol) o antiinflamatorios(como corticoides) no son efectivos en estos casos, por lo que en niños con casos graves y dificultad para respirar puede ser necesario utilizar algún sistema de ayuda respiratoria (como ayuda con oxígeno o presión para mantener abierta la vía aérea) hasta que el periodo de mayor intensidad se resuelva, requiriendo un ingreso hospitalario.
Lo mismo ocurre cuando el bebé rechaza totalmente la alimentación y necesitamos ayuda de forma temporal para alimentarlo (por vía intravenosa).
Se ha demostrado que el uso de antibióticos, jarabes para la tos o los mocos, corticoides y broncodilatadores NO son efectivos para el tratamiento de la bronquiolitis y pueden producir efectos adversos.
La única excepción se produce en algunos casos con los broncodilatadores (como el Salbutamol), que son fármacos que no se incluyen en el tratamiento porque en niños menores de 6 meses no tienen efecto (dado que sus bronquios son inmaduros y no responden a ellos), pero en niños mayores (sobre todo mayores de 1 año) en los que se escuchan muchas sibilancias en ocasiones puede valorarse hacer una prueba para ver si se produce alguna respuesta y plantear su uso, sobre todo si tienen antecedentes familiares de asma o dermatitis atópica y el causante no es el VRS. A pesar de ello, solo debe realizarse esta prueba bajo indicación de un pediatra y en niños mayores, dado que en niños pequeños solo aporta efectos adversos.
Hay que tener en cuenta que en nuestro medio la evolución es buena, incluso en aquellos casos que requieren ingreso, pero la falta de otros tratamientos que puedan realizarse en domicilio hacen que a veces éste sea inevitable.