Hasta ahora hemos tenido en cuenta las medidas que hay que realizar en la consulta. A continuación trataremos los consejos que se recomiendan a las personas que son diagnosticadas de hipertensión arterial, poniendo especial hincapié en los cambios del estilo de vida y en cómo realizar la medida de tensión por el propio paciente cuando se realiza una automedición.
Los cambios de estilo de vida que han demostrado disminución de la PA son:
Disminuir la ingesta de sodio (Sal común, glutamato monosódico, saborizantes y salsas, etc). La cantidad de sodio que ingerimos está ligada con la presión sanguínea puesto que favorece que se retenga el agua en nuestros vasos sanguíneos.
La reducción y el control del peso se recomienda en personas con sobrepeso. Las investigaciones relacionan la pérdida de 5,1 kg con una disminución de la presión sistólica de 4,4 mmHg y de 3,6 mmHg en la diastólica. Se recomienda alcanzar un peso corporal en un IMC entre 20-25 para los menores de 60 años y una circunferencia de cintura de menos de 94 cm en los varones y menos de 80 cm en las mujeres.
La actividad física regular. Se recomienda realizar al menos ejercicio aeróbico dinámico (que puede ser caminar a buen paso, correr, montar en bicicleta, hacer natación, etc.) al menos 30 minutos por día, 5-7 días a la semana. En caso de que sea ejercicio moderado o intenso, se puede reducir los días de ejercicio y es suficiente con 75-150 minutos por semana.
Si ya se realiza una actividad física, se aconsejan ejercicios de resistencia 2-3 días a la semana si el paciente lo tolera y, posteriormente, resulta aconsejable aumentar la intensidad a moderada o intensa entre 150-300 minutos por semana.
Una ingesta adecuada de frutas y verduras.
Evitar bebidas carbonatadas con alto contenido en azúcar (refrescos con burbujas).
La reducción del consumo de alcohol.
La reducción y abandono del tabaquismo.
La importancia que tienen estos cambios es que su instauración puede ayudar a disminuir presión arterial hasta 15-20 mmHg de sistólica y 5-10 mmHg de diastólica, pudiendo ser suficientes como tratamiento en casos leves.
Además, algunas de estas recomendaciones también previenen la aparición de otras enfermedades cardiovasculares, mejoran nuestra forma física y, con ello, nuestra autonomía y bienestar emocional.