Como ya hemos dicho, la causa del resfriado es una infección vírica que generalmente no sabemos a qué virus se debe, por lo que el tratamiento es sintomático y los antibióticos no aportan ningún beneficio (sólo son eficaces frente a bacterias).
De esta manera, nos centraremos en aliviar los síntomas y vigilar la aparición de complicaciones hasta que la infección se resuelva por sí misma, destacando:
Tratamiento de la obstrucción nasal
Tratamiento de la fiebre y dolor
Tratamiento de la tos
MANEJO DE LA OBSTRUCCIÓN NASAL
La obstrucción nasal se produce por irritación e inflamación de la mucosa de la nariz y por aumento de la producción de moco y es uno de los síntomas más molestos, sobre todo en las primeras 48 horas (en las que suele ser más intensa).
Se han utilizado muchas medidas para intentar aliviar la congestión nasal, muchas de ellas sin evidencia científica, por lo que vamos a resumir aquellas medias que son eficaces y explicar aquellas que no:
Tratamiento postural: se recomienda mantener al niño lo más incorporado posible durante el día (adaptado a su edad) y semiincorporado al dormir, con la cabecera de la cama/cuna elevada unos 30º (es importante que se eleve toda la cabecera para incorporar el tronco, dado que si elevamos sólo la cabeza, por ejemplo con otra almohada, hacemos que se doble más el cuello y podemos incluso producir mayor dificultad para respirar).
Vapor: la respiración de aire con alta concentración de vapor puede aliviar la obstrucción nasal y fluidificar el moco, pero sólo se ha demostrado su beneficio cuando se aplica en sesiones de al menos 15 minutos, 4 veces al día (su uso de manera aislada no tiene resultados concluyentes).
Se recomienda en niños pequeños aprovechar el vapor que se acumula en el cuarto de baño al correr agua caliente para realizar las sesiones de 15 minutos de vapor, dado que es la manera más fácil y menos peligrosa. En adolescentes puede utilizarse un recipiente con agua caliente, pero no se recomienda en niños pequeños por el riesgo de quemaduras.
Por otro lado, el uso de humidificadores también podría ser una solución, pero necesita una limpieza muy cuidadosa de sus componentes para evitar que se acumulen microorganismos que puedan ser perjudiciales (especialmente hongos).
Lavados nasales: los lavados de la nariz con suero son eficaces para retirar la mucosidad acumulada y además para fluidificar el moco (al hidratar el moco se favorece su eliminación), por lo que deben utilizarse según la necesidad del niño y, sobre todo, antes de dormir y comer. Para realizar los lavados nasales se recomienda:
Colocar al niño tumbado de lado, con una mejilla apoyada en la cama.
Tapar el agujero de la nariz que queda hacia abajo (hacia la cama) e introducir el suero por el que queda hacia arriba (hacia el cuidador).
Girar al niño hacia el otro lado y realiza el mismo proceso por la otra fosa nasal.
Dejar actuar el suero unos 5 minutos, para que el moco se fluidifique (como ya hemos dicho, no solo es importante arrastrar el moco, sino dejar que se hidrate para que se elimine mejor).
Por último, si el niño es mayor se puede ya sonar la nariz o, en caso contrario, se puede aspirar el moco con cuidado y utilizando siempre dispositivos de goma sin aristas para evitar lesionar la fosa nasal. El aspirado del moco es opcional, dado que la propia presión suele ser suficiente para limpiar bien el moco.
Es importante aplicar una fuerza suficiente para arrastrar el moco (que se traga en su mayoría, aunque una parte sale por la nariz de nuevo), por lo que se recomienda utilizar una jeringa de 5 ml con suero fisiológico (los envases monodosis de suero no aplican la presión suficiente por sí mismos) o aplicadores de presión adaptada a la edad (no se ha demostrado mayor eficacia, solo mayor comodidad).
Los fármacos descongestionantes nasales tópicos (aplicados a nivel local) están contraindicados en niños menores de 6 años, dado que pueden producir reacciones adversas peligrosas (como alteraciones cardíacas o de la tensión) y producen una mejoría inicial pero después un efecto rebote.
Existen algunos casos concretos con rinitis, alergias asociadas o casos muy intensos en las que se puede plantear su uso en niños mayores de 6 años, pero solo bajo prescripción del pediatra.
Los fármacos antihistamínicos, por su parte, no están indicados en catarros dado que pueden incluso espesar el moco y no aportan beneficio si no hay un cuadro de alergia asociado (en estos casos, hay que consultar con el pediatra para valorar su uso).
Los fármacos mucolíticos, por último, no han demostrado su eficacia en estudios en niños y también pueden tener efectos secundarios, por lo que no se recomienda su uso en este momento.
La única sustancia mucolítica con eficacia demostrada es el agua, como hemos dicho antes, por lo que los lavados nasales con suero son el tratamiento de elección.
MANEJO DE LA FIEBRE Y DOLOR
El tratamiento del dolor y de la fiebre se basará en la administración de paracetamol o ibuprofeno a dosis adecuadas a la edad del niño. En general, es recomendable usar paracetamol de forma preferente si no hay un componente de inflamación y debe evitarse el ibuprofeno en menores de 1 año (y, sobre todo, de 6 meses).
Para más información sobre el manejo de la fiebre, dejamos el link a nuestra entrada sobre fiebre en niños.
MANEJO DE LA TOS
Aunque a menudo se recetan fármacos para la tos en pacientes con catarro, no hay un estudio concluyente que demuestre la eficacia de los antitusígenos aprobados para niños en este momento y, además, puede ser peligroso inhibir el mecanismo de la tos, dado que puede favorecer atragantamientos y aspiraciones (existe riesgo de aspirar moco a los pulmones, sobre todo en mayores de 3 años).
Hace años se administraban fármacos antitusígenos derivados de la codeína, pero éste fármaco tiene numerosos efectos adversos, sobre todo en niños, que pueden ser muy graves. La Agencia Española del Medicamento publicó en 2013 una alerta sobre su uso, no recomendándolo nunca en menores de 12 años como antitusígeno y evitándolo en mayores por sus posibles efectos adversos incluso letales (al inhibir el centro respiratorio), que no compensan el posible benedicio.
Existen otros fármacos y preparados para la tos que se venden habitualmente en farmacias y que no tienen efectos adversos graves como los descritos por la codeína, pero dado que su eficacia es relativa normalmente no se recomiendan excepto en casos de tos muy seca de larga evolución, sin mucosidad y que interfiera con el descanso o la actividad del niño, siempre bajo indicación del pediatra. En general, ninguno de estos fármacos se recomienda en menores de 2-3 años.
Por último, de entre los remedios “caseros o naturales” que se han utilizado típicamente cabe destacar la ingesta de miel, dado que sí se ha visto una mejoría leve de la tos (sobre todo nocturna) al tomar cantidades de 5-10 ml de miel (sobre todo con líquidos calientes), pero es importante no abusar de este remedio y no dar miel a menores de 1 año por el riesgo de botulismo. Se ha postulado que el efecto pueda deberse más al sabor dulce que a la propia miel, como pasa con el dulzor de algunos jarabes para la tos, pero faltan estudios concluyentes.