Generalmente los catarros son cuadros leves y autolimitados que no necesitan un seguimiento específico ni un tratamiento más allá del sintomático.
Como siempre, la gravedad puede ser mayor en caso de bebés muy pequeños (sobre todo menores de 6 meses), prematuros, niños con enfermedades de base (como displasia broncopulmonar, asma, etc.) o problemas en la inmunidad, por lo que en estos casos se recomienda un seguimiento por su pediatra.
Lo más importante será vigilar el estado general y buscar datos de que el catarro pueda haberse complicado con una otitis, sinusitis, conjuntivitis o extensión a los bronquios o pulmones (neumonía). Los datos que nos deben hacer sospechar de estas complicaciones son:
Fiebre >38ºC que dura más de 72h o que desaparece para volver a aparecer más de 24h después (puede ser normal en algunos virus, como la gripe, pero es conveniente una revisión por el pediatra si la fiebre se prolonga)
Falta de mejoría de los síntomas a los 10 días (excepto la tos, que ya hemos dicho que es normal que se prolongue, sobre todo la nocturna)
Secreción purulenta por la nariz asociada a fiebre.
Dolor en los oídos o secreción purulenta por ellos.
Dificultad para respirar (trabajo respiratorio): se identifica por hundimiento de la piel entre las costillas, por debajo de ellas y sobre las clavículas; movimiento marcado del abdomen para respirar y apertura mayor de las alas de la nariz al meter el aire.
Además, siempre deberemos consultar DE URGENCIA con un médico si el niño presenta datos de alarma como:
Dificultad para despertarse si se le estimula o adormecimiento mantenido.
Irritabilidad mantenida y marcada o llanto débil y continuo.
Palidez muy marcada, con piel “reticulada” (color blanco o grisáceo con reticulado o moteado azulado, similar al mármol) o labios y uñas azuladas.
Signos de deshidratación como escasa orina, llanto sin lágrimas, boca seca o signo del pliegue (al pellizcar suavemente la piel unos segundos, tarda más de 2 segundos en volver a su forma normal).
Rechazo de alimentación (es normal tener menos apetito, pero si rechazan la hidratación o no pueden tomar más del 50% de las tomas habituales de forma fraccionada, es dato de alarma).
Aparición de manchas moradas o rojo oscuro en la piel que no desaparecen al apretar (petequias)
Rigidez del cuello o fontanela abombada (la fontanela es la región del cráneo de los niños pequeños que permanece abierta y es blanda al tacto).
Fiebre elevada que no se controla (más información en nuestra entrada sobre fiebre)
Otros síntomas de urgencia generales como convulsiones, vómitos que no paran o diarrea muy intensa o con sangre.