La medicación permite controlar la tensión y disminuye de manera significativa la mortalidad y las secuelas que puedan deberse a enfermedades derivadas de la hipertensión.
Sin embargo, existen ciertos efectos adversos que es conveniente tener en cuenta al tomar estos fármacos, especialmente al combinarlos entre ellos. Algunos de los que conviene conocer:
Riesgo de hipotensión (bajada de tensión) que puede conllevar a mareos en reposo, al incorporarse o al andar, sensación de inestabilidad, posibilidad de síncope.
Tos.
Cambios en el hábito intestinal: diarrea o estreñimiento.
Cambios en la erección.
Debilidad, somnolencia o sensación de falta de energía.
Dolor de cabeza (Cefalea).
Náuseas o vómitos.
Erupciones cutáneas.
Pérdida o aumento de peso involuntario.
La aparición de estos síntomas requieren de un cambio de tratamiento por otras alternativas o la suspensión del mismo.
Si estas apariciones fueran bruscas, el tratamiento que haya sido modificado debe ser suspendido y resulta conveniente solicitar valoración médica urgente ante la aparición de malestar.
Las personas diagnosticadas de hipertensión deben tener en cuenta que:
Los cambios en el tratamiento farmacológico, el estilo de vida o en la dieta pueden generar cambios en la tensión en exceso y con ello requerir un ajuste de dosis.
Cuidado si hace calor, ya que aumenta el riesgo de hipotensión y favorece la deshidratación.
Los cambios de tensión producidos durante el tratamiento pueden favorecer la aparición de mareos con los cambios posturales (especialmente al incorporarse). Se recomienda evitar los cambios posturales bruscos al principio del tratamiento y realizar una nueva valoración médica para ajustar la dosis o cambiar el fármaco.
En caso de no presentar un control adecuado de las cifras a pesar de tratamiento puede ser necesario realizar más estudios que busquen una causa oculta de la tensión como los cambios hormonales (alteraciones de tiroides, adrenales y otros), alteraciones en el sistema cardiovascular (corazón y vasos sanguíneos), causas psicológicas, problemas en el descanso y otras causas.
El consumo de antiinflamatorios (como ibuprofeno, dexketoprofeno (enantyum), naproxeno, diclofenaco, ketorolaco,...) aumenta la presión arterial por lo que está desaconsejado para pacientes con mal control de la tensión. Para tratamientos de control del dolor se prefiere el uso de paracetamol o metamizol (nolotil)