El “catarro” o “resfriado” es un término que utilizamos para referirnos a el cuadro clínico producido por la inflamación de una o varias regiones del aparato respiratorio superior (nariz y garganta principalmente) y que, por ello, cursan con un grado variable de tos, dolor de garganta y taponamiento y mucosidad nasal. Además, según la causa, pueden asociar otros síntomas como irritación de los ojos o lagrimeo, fiebre, malestar, dolor de cabeza, etc.
Es importante tener en cuenta que a veces se incluye la faringitis, la laringitis y la bronquitis dentro del término general de “catarro”, pero la evolución y el manejo en estos casos es ligeramente distinto y lo trataremos próximamente en temas independientes.
El resfriado común es la enfermedad más frecuente en el niño (y normalmente también en el adulto) y una de las principales razones de consulta al pediatra, calculando que un niño en los primeros años de escolarización tiene una media de 6-8 catarros al año (aunque en niños que acuden a guardería se puede producir hasta 1 episodio al mes durante los meses de invierno).
En niños que no acudieron a guardería, normalmente el acúmulo de infecciones se produce cuando comienzan el colegio, al contrario que sus compañeros que acudieron a guardería, que suelen tener menos casos al empezar el colegio dado que ya pasaron por un periodo de infecciones frecuentes.
Con la edad, la frecuencia va disminuyendo hasta una media de 2-3 al año en el niño mayor y el adulto, pero puede ser una importante causa de preocupación para los padres en los primeros años de guardería o colegio.
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