Según la Organización Mundial de la Salud (y el resto de sociedades científicas pediátricas), la lactancia materna es el alimento de elección de forma exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, dado que es la mejor manera de aportar todos los nutrientes que el bebé necesita y además ofrece muchos beneficios a otros niveles, como luego veremos, por lo que es una de las medidas aisladas más eficaces de garantizar la salud y la supervivencia de los niños.
A partir de los 6 meses, la lactancia materna continúa siendo la mejor opción para el niño (idealmente hasta los 2 años de edad o incluso más, según la situación familiar), pero debe complementarse con otros alimentos para satisfacer todas las necesidades nutricionales durante el crecimiento (la leche materna aporta hasta la mitad o más de las necesidades nutricionales de un niño durante la segunda mitad del primer año y hasta un tercio durante el segundo año).
La superioridad nutricional de la lactancia materna frente a la artificial, se debe a que la composición y cantidad de la leche se adapta a las necesidades del bebé de una forma extraordinariamente precisa, pudiendo cambiar según su edad, estado de salud e incluso a lo largo del día:
El calostro (la primera leche que se produce) es un concentrado de nutrientes e inmunoglobulinas (sustancias que ayudan a defender de infecciones) que ayudan a aportar todo lo necesario para el bebé a pesar de que las primeras tomas sean de poca cantidad. Además, tiene efecto laxante, por lo que ayuda a activar el intestino del bebé y a expulsar el meconio (primeras heces, oscuras y espesas);
Durante la toma, la composición de la leche también cambia, dado que al inicio tiene más agua y azúcar para hidratar (por eso los bebés alimentados con LM no necesitan normalmente beber agua) y dar energía rápida. Después, aumenta progresivamente el contenido en grasa de la leche para aportar más calorías y saciar al bebé;
Cuando el bebé está enfermo, la composición de la leche se adapta automáticamente para aportar los nutrientes que el bebé necesita;
A lo largo del crecimiento del niño, la composición sigue cambiando para adaptarse a los requerimientos en cada momento del desarrollo.