Dentro de los beneficios para el bebé que se han demostrado relacionados con la lactancia materna, destacan:
La disminución del riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante. Si se desea más información, acudir a SMSL;
La disminución de la frecuencia y gravedad de enfermedades infecciosas (diarreas, otitis, meningitis e infecciones urinarias), con disminución del riesgo de ingreso;
La disminución del riesgo de enfermedades como asma, dermatitis atópica, diabetes mellitus tipo I, celiaquía, enfermedades inflamatorias intestinales, obesidad, hipertensión, hipercolesterolemia e incluso se ha estudado la relación con algunos tipos de cáncer en la edad adulta;
El bienestar emocional, dado que el contacto estrecho y la conexión entre ambos (miradas, sensación de contacto, escucha del corazón de la madre, hormonas producidas por la madre durante la toma, etc.). ayuda a afianzar el vínculo entre ambos. Además, la succión por sí misma también es un factor relajante y calmante del dolor;
Otros estudios indican su relación con la mejoría del desarrollo intelectual.
Por otro lado, la lactancia materna también supone una serie de beneficios para la persona que la ofrece, destacando:
Disminución del sangrado después del parto, dado que la oxitocina (hormona producida durante las tomas) favorece la vuelta del útero a la normalidad tras el parto;
La recuperación del peso antes del embarazo, siempre y cuando se acompañe de hábitos saludables (se ha demostrado que la recuperación es más sencilla que en personas que no dan el pecho);
La disminución del riesgo de sufrir depresión postparto y aumento de la autoestima y satisfacción;
La disminución del riesgo de cáncer de mama y ovario (proporcional al tiempo que se mantenga la lactancia);
La disminución del riesgo de osteoporosis de la madre (también proporcional a la duración de la lactancia).
Según la Organización Mundial de la Salud (en consenso con las principales sociedades médicas), existen algunas situaciones en las que la lactancia materna no es recomendable, aunque siempre se debe realizar una valoración individual. Entre estas situaciones destacan:
VIH/SIDA: el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) puede ser transmitido a través de la leche materna cuando no se está recibiendo un tratamiento adecuado, por lo que en países desarrollados se recomienda la lactancia artificial en estos casos. En caso de que el VIH esté bajo tratamiento y con una carga viral (cantidad de virus en sangre y fluidos) indetectable, el riesgo es mínimo, pero en el momento actual se sigue recomendando evitar la lactancia.
En países en vías de desarrollo debe valorarse el riesgo/beneficio, dado que evitar la leche materna puede aumentar el riesgo de desnutrición por no poder disponer de fórmulas adecuadas.
Galactosemia: es una enfermedad genética muy rara en la que el bebé no puede digerir bien la leche, por lo que su consumo puede generar complicaciones graves
Hay otras situaciones en las que la lactancia debe evaluarse individualmente para valorar su riesgo, como en caso de infecciones (tuberculosis, brucelosis, hepatitis, herpes, sarampión, varicela, CMV, etc,) u otras enfermedades no infecciosas, pero en la mayoría de ellas es suficiente con tomar determinadas precauciones y tratar adecuadamente a la madre. En algunos casos, puede ser necesario suspender la lactancia algunos días/semanas, pero durante este tiempo se puede continuar extrayendo la leche para que no se corte la producción, pudiendo retomar la lactancia una vez sea seguro. En estos casos es necesario el seguimiento por especialistas.
Por último, es importante evaluar siempre la compatibilidad de los fármacos que se estén tomando durante la lactancia, dado que en la mayoría de los casos se pueden ajustar o cambiar para que no interfieran con el bebé. En estos casos recomendamos siempre consultar con el médico y/o pediatra y consultar en páginas oficiales como e-lactancia.org