Las causas de la hipertensión arterial son múltiples, por lo que el tratamiento completo debe estar dirigido a tratar algunas de estas causas y además incluir cambios en el estilo de vida, la actividad o la dieta.
Igualmente, el tratamiento farmacológico disminuye las cifras de presión arterial pero debe ser pautado: si las medidas de tratamiento no farmacológico no son suficientes; cuando la presión arterial es excesivamente alta para ser controladas sin medicación farmacológica; o cuando existen otras enfermedades que se beneficien de alguno de los tratamientos antihipertensivos.
El diagnóstico de hipertensión arterial debe, por tanto, debe incluir:
Una entrevista y una exploración física que busca encontrar las posibles causas de la elevación de presión arterial así como posibles lesiones que se hayan podido producir por esta alteración.
Además está indicado realizar un primer análisis de sangre y orina al diagnóstico, que se acompañe de un análisis de orina y un electrocardiograma (que servirá para ver alteraciones cardiológicas y para poder comparar con electrocardiogramas futuros).
Posteriormente se deberá realizar un análisis de sangre y orina cada año y un electrocardiograma cada dos años salvo hallazgos alterados en los previos.
Control a los dos meses de un inicio o cambio en la medicación, para valorar el efecto sobre la tensión y los efectos secundarios de los fármacos.
La elevación de la tensión arterial debe ser manejada hasta normalizar (o al menos reducir) las cifras de presión para evitar el daño en los órganos periféricos.